martes, 28 de diciembre de 2010

FAMILIAS DECADENTES

Los Martín en su segunda generación son una familia venida a menos. Vivieron de las rentas del señor Martín, el hermano mayor que vino de Aragón buscando progresar económicamente. Dejó en el pueblo mujer e hija y trajo a Valencia una hermana, María y un hermano, Joaquín. Éste casaría, la hermana quedaría una solterona.
Ya mayor, hastiado y enfermo el señor Martín decidió suicidarse. Dejó un patrimonio importante (había comenzado en la alimentación, pero acabó en la construcción) a la hermana (esta es otra historia donde mi padre juega un papel fundamental aunque estos desagradecidos nunca lo valorarán, ya que de no ser por la intervición de progenitor la señora María se hubiera quedado sin nada y la hija del señor Martín hubiera heredado todo). La solterona y sobrinos vivieron de las rentas de las propiedades. Las gestionó Joaquín. La gestión de Joaquín se reducía a ir a cobrar los alquileres. No arriesgaron patrimonio ni reinvirtieron.
Joaquín tiene un hijo y una hija. La hija se llama Pilar, nombre característico por tierras aragonesas. Se dice que la madre de Pilar era una mujer encantadora, con personalidad... La hija es una de las pocas personas que conozco que ha sido incapaz de aprobar, repetídamente el selectivo. En sus tiempos mozos la familia Martín, la madre ya había muerto, se obsesionó en casar a la hija con alguien de provecho, con alguien de cierto nivel social. Al final encontraron un ayudante de topógrafo. La niña tampoco daba para más, y había que casarla. El tiempo pasaba. Despreciaron a Manolo, un chico de pueblo que era poco para los Martín.

viernes, 1 de octubre de 2010

viernes, 24 de septiembre de 2010

jueves, 16 de septiembre de 2010

DOS FOTOS DE INTERNET



La primera foto la hizo un yonqui en el sitio al cual va a comprar su dosis de heroína. Creo que es en Madrid, en uno de esos poblados chabolistas convertidos en supermercados de la droga.
La segunda foto es del barrio almeriense de El Puche.

lunes, 13 de septiembre de 2010

VALENCIA GRIS

Una Valencia de rancio abolengo que no existe más que en la imaginación de viejos franquistas y falangistas que añoran un pasado cada vez más lejano. La avenida del Oeste, uno de los últimos proyectos de un tardo franquismo decadente que veía en las grandes avenidas y los bulevares un futuro urbano dominado por los coches, símbolo inequívoco del desarrollismo español.
De aquello un recuerdo, jóvenes neofascistas que desconocen que aquel dictador presentado como un adorable anciano, un defensor de una España Grande no era más que un dictador militar, con las limitaciones de un dictador militar que hizo de los diferentes gobiernos de la ciudad unos ayuntamientos sometidos a los designios de un regimen clientelista donde la corrupción no existía sencillamente porque no era delito. ¿Cómo dudar de los prohombres del régimen? Un regimen caudillista que a nivel local degeneraba en caciquil.
Cerraron las clásicas cafeterias de rancio abolengo, con sus salas, sus mesas y con aquellas viejas Marujas, que enfundadas en sus abrigos y en una ideologia de extrema derecha se erigieron en defensoras de una identidad y moral valenciana amenazada por ejércitos de catalanes armados que detrás del río Ebro esperaban invadir las tierras valencianas para someternos, violar a las valencianas, influídos por una izquierda atea que buscaba el exterminio de la verdad religiosa y a todos aquellos y aquellas que fueran sus portadores.

viernes, 27 de agosto de 2010

REINA DE NOCHE PLEBEYA DE DÍA

Silvio salió a la calle. Era sábado por la mañana, poco antes de las siete de la mañana. Un tranquilo paseo en bici, eso pensaba, le esperaba para llegar al trabajo.
Con el amanecer llega la luz y con ésta el bajón. Las miserias se hacen visibles. Toda la noche preguntándose si les llegaría la coca. Les ha llegado, ¿ahora qué? Todos los planes siguen en pie. Cuando se acabe irán a pillar más. Pueden ir caminando. La coca es la reína de la noche; desde el primer momento que se toma quiere esclavos. Cuando se acabé se acabó una fiesta que consiste en estar pensando en la próxima raya.
El bajón diurno y la vuelta a casa. A comer techo esperando la llegada de un sueño lejano.
Miró a aquellos pobres de espíritu. Actuaban envalentonados endiosados por la cocaína. Pequeños dioses dopamínicos que ante la ausencia de una masa crítica suficiente de mriadas que les cohibise se sentían dueños de la calle.
-¡La calle es nuestra!
Tras una noche de fiesta el día, la luz... la evidencia de su miseria. Lo que la coca había ocultado por la noche ahora era evidente.
Los caminos para huir de la soledad son diversos.

jueves, 12 de agosto de 2010

Historia de espacios cotidianos

Mientras la policia hace una redada en una parte de las Casitas Rosas en la otra punta de la calle la vida continua. Gitanitos descamisados juegan con la manguera en una calle sucia. Gitanos más mayores, también descamisados, pululan expectantes. Una letania de yonquis espera. Los más desesperados intentan llegar.
-Eh nano, ¿has pillado?
-Sí -responde uno con una larga rasta y acento extranjero.
El de las rastas se dirige al solar donde iba a ir una sede de Tráfico. La crisis y la paralización de las inversiones frustró el sueño de los vecinos: "se revalorizarán nuestras casas", "vendrá la gente al barrio", "acabarán con las Casitas Rosas"...
Sí bueno, gente al barrio viene, sobre todo yonquis.
Desde la década de los ochenta el barrio ha estado ligado a las drogas. Según épocas de manera más visible.
Las Casitas Rosas fueron construídas como viviendas para militares. La ríada de 1.957 hizo que sirvieran para realojar a los damnificados. A finales de la década de los setenta y principios de los ochenta, con la llegada de la democracia y los planes para erradicar el chabolismo, se utilizaron para realojar a los que vivían en los poblados chabolistas: en su práctica totalidad gitanos.
La relación de los gitanos con la venta de heroína comienza también en esos años. A mediados de la década de los ochenta las Casitas Rosas ya eran el principal foco de venta de heroína y droga de la provincias de Valencia.

domingo, 1 de agosto de 2010

Domingo en Vespa



Tras una acalorada discusión con un tipo sobre las bondades de la extinta discoteca Chocolate y la mitificación que de ésta hacia su mente dañada por la ingesta continuada y por momentos masiva, de drogas, me viene a la mente mi tocayo Valentín, tomo la Vespa y me dirijo a casa dando una vuelta por la ciudad. Bonita, desierta... El silencio deja ver la ciudad. El asfalto... Desmontan la Campus Party... la gente sale de la discoteca... parejas recientes... cuernos... nada es eterno me digo mientras para la moto e intento inmortalizar el momento. La foto deja cosas fuera, los sentimientos, los sentidos... pero acerca más que el video, transmite ese algo más, una pequeña pincelada del momento un retazo impresionista de una realidad que fluye.

sábado, 17 de julio de 2010

El verano en la ciudad

Llega la canícula. Los termómetros se disparan. La humedad, el calor... la sombra no protege. La maldita humedad termina por hacer imperceptible la diferencia entre el sol y la sombra. La búsqueda de la brisa, un poco de aire que refresque. La terraza se vuelve tortura hasta que llega la noche, una noche que se espera salvadora pero que no es más que más y más calor; dormir se vuelve una utopia. Uno se levanta en la madrugada empapado en sudor a pesar de dormir desnudo y con la ventana abierta... Al amanecer cuando se puede percibir cierto frescor un paseo es un regalo para los sentidos.

martes, 6 de julio de 2010

La Feria Alternativa en Valencia.

La Feria Alternativa (en el antiguo cauce del río Turia) o como el capitalismo es capaz de asumir la disidencia y hacerla propia. Cuando la oposición al sistema se queda en una cuestión estética y la disidencia ha sido mercantilizada es llegado el momento de replantearse la forma de lucha.


domingo, 20 de junio de 2010

Cuando la calle es la casa

Una mujer duerme en el Paseo de la Petxina (Valencia) un domingo a eso de las diez y media de la mañana.

martes, 8 de junio de 2010

La Soledad del Sábado por la Mañana


Un hombre joven, que marca algo sus músculos y con el típico tatuaje "tribal" que se ha puesto de moda para su coche y pide un cigarrillo a una chica joven.

¿A dónde vas? le pregunta él.

"A la biblioteca" responde ella.

Comienza un cortejo por parte de él, intentando llevársela a la cama. Ella ríe pero permanece fiel a su propósito de ir a la biblioteca para estudiar. Se acercan los exámenes. Un último intento de él por pedirle le teléfono. Ella rehusa dárselo con una sonrisa.

Hago la foto. Son poco más de las ocho de la mañana. Hace fresco, todavía no abruma el calor que aparecerá a los pocos días. Los últimos días primaverales antes de un verano donde la canícula tumbará a los más duros. El abrasador calor sacará al paseante anónimo de la ciudad. En verano a ciertas horas se acabó el paseo como terapia. Aparece el paseo como tortura.

La crisis antes de la crisis

En algunos negocios la crisis llegó antes de 2.008. La primera foto es en Valencia, la segunda en la idílica isla de Burano (Venezia).




sábado, 27 de marzo de 2010

Dudas.

¿Qué papel cumple la fotografía en un mundo donde todo queda detenido en las millones de fotografías que se hacen? La profusión de cámaras digitales, la desritualización del revelado, la desritualización misma del hacer la foto. ¿Que busco al enseñar mis fotografías? Carecen de valor estético, carecen de valor antropológico. Sólo puedo pensar que busco exhibirme.
La foto como un lenguaje que permite construir, interpretar, descifrar, al que la hace. La foto dice mucho del que la hace.
La ciudad imaginaria invita a un paeso. Es una idea nacida de un enamoramiento. Una de las proposiciones más interesantes que me hicieron en un ya lejano 2001. Cuando turbado por la hecatombe personal esa pequeña invitación me devolvió al mundo. Es un paseo donde prima la mirada, donde los sentidos juegan un papel fundamental. La búsqueda de sensaciones, del pasado, a través de volver a mirar los espacios anodinos como extraordinarios, a través de ver en el trayecto diario al trabajo un momento en sí y no un paréntesis en el día. Y redescubrir esos olores que nos recuerdan la infancia. La infancia no como pureza, sino como estado de sorpresa continuo.

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