jueves, 12 de agosto de 2010

Historia de espacios cotidianos

Mientras la policia hace una redada en una parte de las Casitas Rosas en la otra punta de la calle la vida continua. Gitanitos descamisados juegan con la manguera en una calle sucia. Gitanos más mayores, también descamisados, pululan expectantes. Una letania de yonquis espera. Los más desesperados intentan llegar.
-Eh nano, ¿has pillado?
-Sí -responde uno con una larga rasta y acento extranjero.
El de las rastas se dirige al solar donde iba a ir una sede de Tráfico. La crisis y la paralización de las inversiones frustró el sueño de los vecinos: "se revalorizarán nuestras casas", "vendrá la gente al barrio", "acabarán con las Casitas Rosas"...
Sí bueno, gente al barrio viene, sobre todo yonquis.
Desde la década de los ochenta el barrio ha estado ligado a las drogas. Según épocas de manera más visible.
Las Casitas Rosas fueron construídas como viviendas para militares. La ríada de 1.957 hizo que sirvieran para realojar a los damnificados. A finales de la década de los setenta y principios de los ochenta, con la llegada de la democracia y los planes para erradicar el chabolismo, se utilizaron para realojar a los que vivían en los poblados chabolistas: en su práctica totalidad gitanos.
La relación de los gitanos con la venta de heroína comienza también en esos años. A mediados de la década de los ochenta las Casitas Rosas ya eran el principal foco de venta de heroína y droga de la provincias de Valencia.

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