En Valencia las autoridades municipales, como buenas herederas del desarrollismo franquista, han concluido que el progreso y bienestar se mide en la tenencia y uso de vehículos a motor privados. La ciudad está pensada por constructores y recorrida por grandes avenidas pensadas para facilitar el tráfico de los coches.
Toda forma de movilidad que implique no utilizar coche o moto está supeditada y postergarda, incluso caminar. La preferencia es siempre para el coche, las calles se diseñan para los coches y el espacio que ocupan los coches es brutal. Las rotondas facilitan el paso de los coches, aunque dificulte el de los peatones, bicicletas... Las bicicletas no son consideradas vehículo más que para poner sanciones por la Policia Local, que mientras ve un coche en el carril bici multa a un ciclista por ir hablando con el móvil.
Por la ciudad podemos movernos de varias maneras. Obvio el coche, capsula que nos aisla física y mentalmente de la ciudad. En el coche no se disfruta de la ciudad, se padece. La bicicleta permite aproximarnos mejor al ritmo de la ciudad. En distancias inferiores a los 5 quilómetros es más rápida que el coche.
La mejor manera para captar una ciudad, para perdernos como paseantes anónimos, es caminar y el transporte público. Además de hacer que salgamos de la vida sedentaria que habitamos, nos permite cotillear en vidas ajenas: en los autobuses se pueden escuchar conversaciones ajenas, relatos curiosos...
Toda forma de movilidad que implique no utilizar coche o moto está supeditada y postergarda, incluso caminar. La preferencia es siempre para el coche, las calles se diseñan para los coches y el espacio que ocupan los coches es brutal. Las rotondas facilitan el paso de los coches, aunque dificulte el de los peatones, bicicletas... Las bicicletas no son consideradas vehículo más que para poner sanciones por la Policia Local, que mientras ve un coche en el carril bici multa a un ciclista por ir hablando con el móvil.
Por la ciudad podemos movernos de varias maneras. Obvio el coche, capsula que nos aisla física y mentalmente de la ciudad. En el coche no se disfruta de la ciudad, se padece. La bicicleta permite aproximarnos mejor al ritmo de la ciudad. En distancias inferiores a los 5 quilómetros es más rápida que el coche.
La mejor manera para captar una ciudad, para perdernos como paseantes anónimos, es caminar y el transporte público. Además de hacer que salgamos de la vida sedentaria que habitamos, nos permite cotillear en vidas ajenas: en los autobuses se pueden escuchar conversaciones ajenas, relatos curiosos...