martes, 17 de febrero de 2009
martes, 10 de febrero de 2009
lunes, 9 de febrero de 2009
Se acercan las Fallas
-Yo te invito.
-No, yo te invito.
-No, yo.
La amistad fallera sellada por el último trago de la mañana. Luego el descanso del guerrero. Las fiestas populares dan cobertura social al consumo de alcohol. Las mujeres ven bien que sus maridos se lo pasen bien con los otros hombres. Total, unos días. Está permitido. Los niños juegan en la calle. Las calles son recuperadas por los vecinos, que dejan los coches en un caos circulatorio que transforma la ciudad. Las direcciones prohibidas dejan de serlo, y únicamente las grandes vías permanecen para posibilitar unos servicios mínimoas ante emergencias...
En Fallas apetece levantarse al amanecer, e incluso antes. Así podemos pasearo por la ciudad mientras amanece y los últimos se acuestan. Los falleros que han estado cuidando sus fallas, acaban con las últimas copas antes de irse a dormir, los mayores. Los niños han aguantado, junto a los mayores, lo que les hace sentirse bien. Pueden hacerlo, y el mero hecho de no tener que dormir hasta el día siguiente les gusta, aunque al día siguiente estén cansados. Han visto como los mayores han bebido, y han ido pasando de la euforia al cansancio. No prestan atención a cuando los mayores se prometían amistad eterna, se veían como los verdaderos amigos... influidos por el etanol. Son niños, y ven eso, como los mayores durante las largas noche de espera fuman. La responsabilidad de vigilar la falla, la excusa para no acostarse junto a la parienta, tan conocida, tan poco excitante, tan aburrida. En la falla la conversación, los amigos, la noche de juerga...
Apetece incluso levantarse un poco antes del amanecer, porque entonces se observa la antesala de ese momento, cuando la fiesta acaba, cuando deambulan los últimos borrachuzos buscando una copa, una juerga, un sitio donde caérse hasta que se haga de día, y entonces llegue la hora del descanso.
-No, yo te invito.
-No, yo.
La amistad fallera sellada por el último trago de la mañana. Luego el descanso del guerrero. Las fiestas populares dan cobertura social al consumo de alcohol. Las mujeres ven bien que sus maridos se lo pasen bien con los otros hombres. Total, unos días. Está permitido. Los niños juegan en la calle. Las calles son recuperadas por los vecinos, que dejan los coches en un caos circulatorio que transforma la ciudad. Las direcciones prohibidas dejan de serlo, y únicamente las grandes vías permanecen para posibilitar unos servicios mínimoas ante emergencias...
En Fallas apetece levantarse al amanecer, e incluso antes. Así podemos pasearo por la ciudad mientras amanece y los últimos se acuestan. Los falleros que han estado cuidando sus fallas, acaban con las últimas copas antes de irse a dormir, los mayores. Los niños han aguantado, junto a los mayores, lo que les hace sentirse bien. Pueden hacerlo, y el mero hecho de no tener que dormir hasta el día siguiente les gusta, aunque al día siguiente estén cansados. Han visto como los mayores han bebido, y han ido pasando de la euforia al cansancio. No prestan atención a cuando los mayores se prometían amistad eterna, se veían como los verdaderos amigos... influidos por el etanol. Son niños, y ven eso, como los mayores durante las largas noche de espera fuman. La responsabilidad de vigilar la falla, la excusa para no acostarse junto a la parienta, tan conocida, tan poco excitante, tan aburrida. En la falla la conversación, los amigos, la noche de juerga...
Apetece incluso levantarse un poco antes del amanecer, porque entonces se observa la antesala de ese momento, cuando la fiesta acaba, cuando deambulan los últimos borrachuzos buscando una copa, una juerga, un sitio donde caérse hasta que se haga de día, y entonces llegue la hora del descanso.
miércoles, 28 de enero de 2009
Movilidad en la ciudad
En Valencia las autoridades municipales, como buenas herederas del desarrollismo franquista, han concluido que el progreso y bienestar se mide en la tenencia y uso de vehículos a motor privados. La ciudad está pensada por constructores y recorrida por grandes avenidas pensadas para facilitar el tráfico de los coches.
Toda forma de movilidad que implique no utilizar coche o moto está supeditada y postergarda, incluso caminar. La preferencia es siempre para el coche, las calles se diseñan para los coches y el espacio que ocupan los coches es brutal. Las rotondas facilitan el paso de los coches, aunque dificulte el de los peatones, bicicletas... Las bicicletas no son consideradas vehículo más que para poner sanciones por la Policia Local, que mientras ve un coche en el carril bici multa a un ciclista por ir hablando con el móvil.
Por la ciudad podemos movernos de varias maneras. Obvio el coche, capsula que nos aisla física y mentalmente de la ciudad. En el coche no se disfruta de la ciudad, se padece. La bicicleta permite aproximarnos mejor al ritmo de la ciudad. En distancias inferiores a los 5 quilómetros es más rápida que el coche.
La mejor manera para captar una ciudad, para perdernos como paseantes anónimos, es caminar y el transporte público. Además de hacer que salgamos de la vida sedentaria que habitamos, nos permite cotillear en vidas ajenas: en los autobuses se pueden escuchar conversaciones ajenas, relatos curiosos...
Toda forma de movilidad que implique no utilizar coche o moto está supeditada y postergarda, incluso caminar. La preferencia es siempre para el coche, las calles se diseñan para los coches y el espacio que ocupan los coches es brutal. Las rotondas facilitan el paso de los coches, aunque dificulte el de los peatones, bicicletas... Las bicicletas no son consideradas vehículo más que para poner sanciones por la Policia Local, que mientras ve un coche en el carril bici multa a un ciclista por ir hablando con el móvil.
Por la ciudad podemos movernos de varias maneras. Obvio el coche, capsula que nos aisla física y mentalmente de la ciudad. En el coche no se disfruta de la ciudad, se padece. La bicicleta permite aproximarnos mejor al ritmo de la ciudad. En distancias inferiores a los 5 quilómetros es más rápida que el coche.
La mejor manera para captar una ciudad, para perdernos como paseantes anónimos, es caminar y el transporte público. Además de hacer que salgamos de la vida sedentaria que habitamos, nos permite cotillear en vidas ajenas: en los autobuses se pueden escuchar conversaciones ajenas, relatos curiosos...
domingo, 11 de enero de 2009
sábado, 10 de enero de 2009
Las favelas, villas... el urbanismo espontáneo.
Las favelas, las villas, son una arquitectura nacida de la miseria, una arquitectura precaría, que ha pervivido en el tiempo y se ha institucionalizado por la realidad social. No es una arquitectura que esté pensada para pervivir más allá del uso que se le da. Algunas favelas están construídas sobre montañas de basura. Esto, junto a la ausencia de una red de alcantarillado o agua potable hacen que los problemas sanitarios sean cotidianos.
Sudamérica ha visto crecer estos "barrios", sobre todo en la segunda mitad del siglo XX cuando se produce una gran afluencia del campo a las grandes ciudades: Río de Janeíro, Buenos Aires, Bogotá, Caracas... las autoridades políticas no pudieron, o supieron, dar una respuesta al problema de vivienda que se presentó con la llegada de miles, millones, de personas con escasos recursos que buscaban mejor vida en la ciudad. Esta gente busco solución a su problema habitacional y poco a poco fueron creándose en la periferia de las grandes ciudades lo que se ha conocido también como villas miseria.
Estos asentamientos han ido institucionalizándose, y poco a poco inscribiéndose en la realidad, dejando de ser invisibles y recibiendo atención pública. El 7% de la población de Brasil vive en favelas, y la mayor favela del país, la favela Rocinha, en Río de Janeiro, tiene más de 150.000 habitantes. Cuando se han vuelto visibles y las autoridades políticas han aceptado esta realidad impuesto por los hechos se han intentando llevar a cabo algunas actuaciones para dotar de infraestructuras a estos "barrios".
Sudamérica ha visto crecer estos "barrios", sobre todo en la segunda mitad del siglo XX cuando se produce una gran afluencia del campo a las grandes ciudades: Río de Janeíro, Buenos Aires, Bogotá, Caracas... las autoridades políticas no pudieron, o supieron, dar una respuesta al problema de vivienda que se presentó con la llegada de miles, millones, de personas con escasos recursos que buscaban mejor vida en la ciudad. Esta gente busco solución a su problema habitacional y poco a poco fueron creándose en la periferia de las grandes ciudades lo que se ha conocido también como villas miseria.
Estos asentamientos han ido institucionalizándose, y poco a poco inscribiéndose en la realidad, dejando de ser invisibles y recibiendo atención pública. El 7% de la población de Brasil vive en favelas, y la mayor favela del país, la favela Rocinha, en Río de Janeiro, tiene más de 150.000 habitantes. Cuando se han vuelto visibles y las autoridades políticas han aceptado esta realidad impuesto por los hechos se han intentando llevar a cabo algunas actuaciones para dotar de infraestructuras a estos "barrios".
lunes, 5 de enero de 2009
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